París (Francia), 11 de diciembre 2025 | La UNESCO organizó recientemente en su Sede de París el Simposio Internacional sobre el Futuro del Derecho a la Educación: Renovar los Compromisos Globales y Definir las Orientaciones Futuras. El evento conmemoró el 65.º aniversario de la Convención de 1960 relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza, sirvió como cierre oficial de la 11.ª Consulta sobre la Convención e incluyó el lanzamiento del Informe Mundial 2025 sobre el Derecho a la Educación.
El simposio reunió a responsables políticos, organizaciones internacionales, académicos y representantes de la sociedad civil para reflexionar sobre los avances globales, analizar los desafíos actuales y emergentes, y renovar el impulso en torno al derecho universal a la educación.
OIDEL estuvo representada por su director, Ignasi Grau, quien intervino destacando la creciente importancia del pluralismo y la confianza en los sistemas educativos contemporáneos, actualmente transformados por la digitalización, los desplazamientos de población y cambios sociales más amplios. En sus palabras, señaló que estos cambios abren oportunidades reales para construir sistemas educativos más plurales y más relevantes para comunidades diversas, pero también entrañan riesgos significativos. Advirtió que los grupos no pertenecientes a la corriente principal pueden enfrentar una discriminación creciente y que la educación culturalmente pertinente podría quedar limitada a quienes pertenecen a comunidades mayoritarias o cuentan con suficientes recursos. Prevenir esta brecha es esencial para garantizar un diálogo intercultural en condiciones de igualdad y una educación verdaderamente enraizada en la propia cultura.
El Sr. Grau recordó que el informe de la UNESCO de 2015, “Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial?”, ya advertía que la distinción tradicional entre lo público y lo privado no era suficiente para afrontar los nuevos desafíos del derecho a la educación. Subrayó que, en un mundo cada vez más plural, la confianza debe convertirse en un concepto central. Los niños no son islas aisladas; se desarrollan en el seno de sus familias, comunidades y entornos culturales. Por ello, los padres y la sociedad civil deben situarse en el centro del debate educativo. Concluyó defendiendo la creación de marcos en los que todos los actores del ecosistema educativo puedan cumplir requisitos mínimos en evolución, sin impedir que prosperen las iniciativas parentales y de la sociedad civil.