El COVID ha provocado la mayor crisis educativa que hemos conocido, una crisis para la que el mundo no estaba preparado. Esta crisis ha puesto en el punto de mira a aquellos actores de la educación que han sido olvidados en muchas ocasiones: la familia, la comunidad, la localidad. Es importante reflexionar sobre estos actores que han sido pilares de la educación durante esta crisis, para poder pensar efectivamente en su futuro.

El pasado 27 de abril, OIDEL, en colaboración con OIEC y la Universidad de Comillas, organizó un diálogo con ministros africanos para escuchar las lecciones aprendidas sobre «La educación durante la pandemia». Esta ha sido la tercera conversación sobre el tema, tras el primer evento con ministros de Europa y el segundo con ministros de América Latina.

Tras la apertura de Ignasi Grau (OIDEL), Elise Aimé González (Universidad de Comillas) dirigió el diálogo. Debido a la ausencia de dos ponentes principales, el ex ministro de educación de África Central, Charles-Armel DOUBANE, tuvo tiempo de compartir en profundidad la experiencia centroafricana.

Doubane identificó tres pilares que garantizaron la continuidad de la educación en África Central durante la pandemia: las instituciones (el Estado actuando a través de profesores y directores de escuela), las familias y la logística (el Estado garantizando un espacio protegido para los estudiantes).

Destacó el papel crucial de la familia en la educación, pero señaló que las familias sólo pueden actuar en su papel cuando el Estado también desempeña el suyo. Por ejemplo, el Estado debería asegurar la distribución de libros y, en una perspectiva más amplia, garantizar unos ingresos estables a las familias, especialmente durante la crisis, para que puedan permitirse enviar a sus hijos a la escuela.

En el seno de las familias centroafricanas, las mujeres siguen siendo la principal fuente de educación y cuidados por lo que, en general, se vieron más afectadas por la pandemia que los hombres. El ex ministro reconoció que las mujeres tienen una tarea difícil y que deben ser apoyadas por el Estado y el sistema escolar. «Garantizar la educación sigue siendo una lucha común», señaló.

Preguntado por las buenas prácticas de África Central para frenar la creciente brecha entre ricos y pobres, Doubane admitió que no ha sido fácil y que, sobre todo, las diferencias en el acceso a las vacunas y a las máquinas respiratorias han puesto de manifiesto una brecha asombrosa. En el futuro, el Estado tendrá que hacer grandes esfuerzos para reducir esa brecha que tiene sus efectos también en la educación. También destacó la importancia de la colaboración internacional, recordando que todos formamos parte de una aldea global y que la educación es nuestro bien común.

Una vez que entendemos que la educación es nuestro bien común, la necesidad de colaboración entre los actores regionales e internacionales se hace evidente. Por ello, el Ministerio de Educación de África Central trabaja por un aumento del presupuesto estatal para la educación y colabora estrechamente con organizaciones internacionales como la UNESCO.

Para terminar, y en respuesta a una intervención de los participantes, subrayó la responsabilidad del Estado, de las familias y de las instituciones para garantizar una educación de calidad.